Hemos visto a lo largo del planeta como cientos de miles
de personas han reclamado sus derechos que en la mayoría de los casos han sido
mutilados por los gobiernos de los respectivos países.
En España cientos de jóvenes abarrotaron las plazas de
las principales ciudades, e incluso muchos de esos jóvenes hicieron de esas
plazas su hogar. Estas manifestaciones tuvieron una alta acogida por la
sociedad, y se empezaba a vislumbrar en la sociedad española, en especial en los
jóvenes un “despertar”.
La sociedad había despertado de un letargo con respecto a las políticas del gobierno y la corrupción de las administraciones públicas.
Por otra parte, hoy al finalizar el año, me acuerdo de
una de las mayores manifestaciones que ha habido en España, “La Manifestación del
11M” en esa ocasión mas de un millón de personas abarrotaron el Paseo de la
Castellana y el Paseo de Recoletos de la ciudad de Madrid, desde Nuevos Ministerios
hasta la denominada Plaza de Atocha. Todas estas personas protestaban por la
muerte de 191 personas y por los 1858 heridos por las bombas que estallaron el los trenes de cercanía de renfe.
Más de un millón de persona protestando de forma pacífica
contra el terrorismo, solo con las manos pintadas de blanco. Esta fue la forma
en que España lloró a sus muertos.
Hoy pienso:
Vivimos en un mundo de convulsión, un mundo imperfecto,
un mundo injusto.
Este año que acaba hemos vividos tantas cosas, a lo largo
de nuestras vidas viviremos tantas cosas, cosas buenas y malas, es posible que al
contrario hayamos dejado de vivir tantas
cosas, o quizás te has involucrado en cuestiones que no son de provecho y que te
perjudican, pero si tienes una relación personal con Cristo puedes tener paz.
Todo aquel que se acerca a Cristo, Dios le da la
posibilidad de ser un hijo de resurrección.
Oh, al igual que Cristo el primogénito de los muertos, si
tenemos a Jesús podemos decir soy un hijo de luz, un hijo de la resurrección
venidera, un hijo de Dios.
Es por ello que a pesar del dolor y de la situación de mi
entorno tengo paz. Algún día escucharé esas trompetas tocadas por ángeles y su
poderosa voz mencionara mi nombre:
Ven buen siervo.
¿Y si antes de que entre el nuevo año sonara esa trompeta? ¿podrás
escucharla?
¿Si cuando allá se pase lista como dice la antigua canción? ¿se mencionara tu nombre?
¿Y si Jesús viniera hoy? ¿Qué pasara contigo?
¿O si no llegas a ver el nuevo año y la muerte llama a tu
puerta? ¿Qué sucederá?
“He aquí, os digo un misterio: No todos dormiremos; pero todos seremos transformados, en un momento, en un abrir y cerrar de ojos, a la final trompeta; porque se tocará la trompeta, y los muertos serán resucitados incorruptibles, y nosotros seremos transformados. Porque es necesario que esto corruptible se vista de incorrupción, y esto mortal se vista de inmortalidad. Y cuando esto corruptible se haya vestido de incorrupción, y esto mortal se haya vestido de inmortalidad, entonces se cumplirá la palabra que está escrita: Sorbida es la muerte en victoria. ¿Dónde está, oh muerte, tu aguijón? ¿Dónde, oh sepulcro, tu victoria? ya que el aguijón de la muerte es el pecado, y el poder del pecado, la ley” I corintios 15:51-56