Entendemos por “GRACIA” como ese favor por el cual Dios
actúa en beneficio nuestro, sin que nosotros poseamos nada para mover a Dios a
actuar en nuestro auxilio. La gracia es un acto de amor divino. Es la
generosidad o magnanimidad de Dios hacia nosotros, seres pecadores y rebeldes. La
gracia divina es el medio por el cual el padre nos atrae a Cristo a través de
del Espíritu Santo. Sí, a nosotros, seres rebeldes y pecadores.
Así mismo es el medio por el cual se nos otorga todo
talento, herramientas, todo don, todo ministerio y todo lo necesario para el buen
funcionamiento de la iglesia.
La gracia nos otorga todo lo que somos y llegaremos a ser en Él. Es la base de toda justificación divina, la gracia posibilita la fe, que es la respuesta positiva a esa manifestación de misericordia inmerecida. Y es sabido por todos, que la fe posibilita mirar hacia Él (Mirad a mí, y sed salvos, todos los términos de la tierra: porque yo soy Dios, y no hay más. Isaías 45:22).
La gracia nos otorga todo lo que somos y llegaremos a ser en Él. Es la base de toda justificación divina, la gracia posibilita la fe, que es la respuesta positiva a esa manifestación de misericordia inmerecida. Y es sabido por todos, que la fe posibilita mirar hacia Él (Mirad a mí, y sed salvos, todos los términos de la tierra: porque yo soy Dios, y no hay más. Isaías 45:22).
Por la gracia somos salvados del poder del pecado, somos
librados del infierno y del dominio del Diablo. Somos ayudados a combatir y
vencer nuestras debilidades. Somos capacitados para edificar a la iglesia de
Cristo y somos dotados de herramientas para alcanzar a otros.
Es imposible concebir la cruz de Cristo, si no es a través
de la gracia divina. Es imposible entender la regeneración, justificación, santificación,
nuestra aceptación en la listas de los caminantes al cielo, sino fuera por la
gracia vertida desde el corazón del padre sobre nuestras secas vidas.
Todos los milagros bíblicos, históricos y los producidos en
nosotros a lo largo de nuestras vidas se entienden desde la perspectiva de la
gracia, a través de esta podemos dilucidar el poder de nuestro Dios actuando en
nuestras necesidad.
Muchos entienden, o mejor dicho creen que pueden comprar o
ganar ese favor. Ningún favor se compra o se gana, por ello es favor. La gracia
soberana y abundante de nuestro Dios es un regalo, nadie tiene que hacer nada
para ser besado por la gracia de Dios. No depende de nosotros. (Así que no depende del que quiere, ni del
que corre, sino de Dios que tiene misericordia. Romanos 9:16).
Por otra parte, ese favor de Dios produce en nuestras vidas
que seamos aceptados en la mayoría de los contextos, que nuestra presencia en
muchos produzca placer, gozo, paz, etc. Y en consecuencia hace que muchos te
sigan. Podríamos expresarlo de la siguiente manera, la gracia de Dios nos hace
ser influyente.
Muchas personas son bendecidas, beneficiada por la bendición del favor de Dios en nuestras vidas. La gracia de Dios nos hace líderes.
Muchas personas son bendecidas, beneficiada por la bendición del favor de Dios en nuestras vidas. La gracia de Dios nos hace líderes.